Cuando se ha hecho una simulación en multimedia de los efectos de un terremoto de 9,5 grados en la escala de Richter, equivalente al de Valdivia de 1960, creemos que lo sensato es no caer en el sensacionalismo mediático coyuntural, pero sí echarle un vistazo a las carencias que tiene la ciudad en materia de obras públicas y la falta de un planeamiento urbano serio, que evite la construcción de proyectos inmobiliarios que pueden estar incubando situaciones de alto riesgo al edificarse sobre áreas que han tenido un diseño armónico en construcciones que han demostrado su calidad por el test de sucesivos sismos de envergadura.
Frente a la posibilidad de un gran terremoto Valparaíso tiene muchos flancos débiles.
La falta de ordenamiento territorial ha significado que muchas quebradas de los cerros, que antiguamente eran respetadas para el vaciamiento de aguas lluvias, se han llenado de viviendas que se instalaron en terrenos de relleno.
Un reciente estudio de la Universidad Católica, que nunca se dio a conocer in extenso, señalaba . según publicaciones en El Mercurio- que había 32 puntos en que se había producido un socavamiento de los terrenos y que esos puntos identificados eran riesgo inminente en caso de un evento telúrico de importancia.
Los muros de contención son otro aspecto que habla del envejecimiento natural de la ciudad. Después del terremoto de 1906 se reconstruyó la ciudad con criterios de alta seguridad. Nobles y poderosos muros fueron reforzando los cerros y el adoquinado de las calles fue afirmando los caminos en pendiente, pero obviamente no estaban configurados para un tráfico pesado que en esa época era inexistente.
El abovedamiento de la Avenida Argentina, de Avenida Uruguay y de las Heras, en general de las aguas lluvias de cerro a mar, fueron obras que permitieron que el plan de la ciudad se estructurara sobre la base de avenidas amplias que tenían grandes cauces bajo tierra y diques en los cerros para impedir que se obstruyeran los ductos. Quien haya conocido de la ingeniería y calidad de la construcción de esa época puede dar fe de la solidez que logró la ciudad después de la gran catástrofe de comienzos del siglo XX.
El punto es que en términos generales la construcción de muros actual no se equipara a la de esa época y no parecen estar concebidas las obras para durar varios siglos sino apenas unas decenas de años. Es un asunto conceptual que tiene que ver con criterios economicistas que estuvieron muy lejos de quienes hicieron este país y estas ciudades difíciles, como Valparaíso.
Por lo mismo, sin ser catastrofistas, muchas veces nos hemos preguntado sobre la gran desinversión que ha sufrido la ciudad en materia de infraestructura, lo cual la deja en situación delicada a la hora de suponer un nuevo sismo como los de 1965, 1971 y 1985.
Por ello, el Foro Valparaíso Posible, desde su nacimiento puso la mirada crítica en la situación de crecimiento anárquico de la ciudad, la falta de muros de contención, los peligros de derrumbes o de incendios forestales constantes en los veranos.
Fuimos propositivos y recomendamos que de los fondos que entrega UNESCO se dedique una parte importante en obras de refuerzo y defensa geológica de puntos sensibles de la ciudad, como los cauces de la Avenida Argentina que presentan un alto riesgo de colapsar frente al paso de camiones cargados con destino o salida desde el puerto. Recientes desgracias que se han vivido este invierno, ratifican esta necesidad imperiosa.
Cuando se ha hecho una simulación en multimedia de los efectos de un terremoto de 9,5 grados en la escala de Richter, equivalente al de Valdivia de 1960, creemos que lo sensato es no caer en el sensacionalismo mediático coyuntural, pero sí echarle un vistazo a las carencias que tiene la ciudad en materia de obras públicas y la falta de un planeamiento urbano serio, que evite la construcción de proyectos inmobiliarios que pueden estar incubando situaciones de alto riesgo al edificarse sobre áreas que han tenido un diseño armónico en construcciones que han demostrado su calidad por el test de sucesivos sismos de envergadura. Torres que se elevan rápidamente, con raras autorizaciones que no toman en cuenta a los vecinos, pueden ser reales y temerarias aventuras en terrenos no aptos para esas dimensiones de edificación, generando un gran riesgo para quienes lleguen a habitarlos. Allí, en el control de calidad de las obras y en la necesaria participación de la comunidad en las decisiones es donde se debe poner la mira para mejorar y hacer más segura nuestra ciudad.
Lo otro, el mega cataclismo de la simulación de Nacional Geographic , de ocurrir , sería un evento insoportable para cualquier tipo de infraestructura u obra humana y es una posibilidad que queda en la dimensión de lo inmanejable, de esas hecatombes que borran civilizaciones de la historia.
Valparaíso, 4 de agosto de 2006
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