Movimiento cívico que procura la participación ciudadana en la gestión de la comuna de Valparaíso, Chile. Integrado por personas que residen en la ciudad y que tienen una vocación de servicio a la comunidad desde sus correspondientes visiones, profesiones o actividades. Es un grupo pluralista, democrático, que cree en la proyección de Valparaíso al mundo como una oportunidad de desarrollo para las personas que lo habitan.
martes, diciembre 20, 2005
CARNAVALES CULTURALES 2005, SIN CARETA
Por Raúl Gutiérrez V., editor del GRANVALPARAISO.CL
(18/12/05)
HASTA BIEN ENTRADO el segundo semestre del año 2005, los dirigentes de la Concertación seguían creyendo que la carrera presidencial estaba ganada de antemano por su abanderada Michelle Bachelet, a la que asignaban una cómoda mayoría absoluta; recién a principios de septiembre comenzó a manejarse el escenario de una forzada segunda vuelta. En ésta, el énfasis se está tratando de colocar en el hecho de que Sebastián Piñera representa a la derecha empresarial, con vínculos indubitables con el pinochetismo, mientras que la abanderada supuestamente socialista, representaría el progreso social y la búsqueda de la equidad, banderas tradicionales de la izquierda.
Son innumerables las pruebas que desmienten esta dicotomía artificial, máxime si se considera que las cúpulas del gran empresariado han manifestado su admiración y afecto por Ricardo Lagos, a quien en privado motejan de ser el mejor Presidente que ha tenido nunca jamás la derecha en Chile.
Pero si cupiere alguna duda acerca de la falsedad de la disyuntiva que están levantando en la hora postrera los partidarios de la Concertación, es cosa de mirar lo que está sucediendo con los Carnavales Culturales de Valparaíso, un invento del Gobierno de Lagos con el propósito de favorecer la actividad turística hacia la ciudad patrimonial de Chile y de promover la actividad artística en la que es la capital cultural de Chile.
MENOSPRECIO POR LO LOCAL
Las sucesivas versiones de estos festivales, sin perjuicio de haber congregado grandes concentraciones humanas, han adolecido del paternalismo propio de los santiaguinos que organizan los eventos, quienes definen las contrataciones y deciden acerca de la asignación de recursos en función de criterios tecnocráticos y centralistas, que apenas disimulan el desprecio que sienten por los agentes locales y las autoridades de la zona.
Aunque la Municipalidad de Valparaíso aparece como uno de los organizadores del evento, apenas 10 días antes del inicio no existía en la página web de la corporación ningún banner que conectara con el sitio oficial de los Carnavales Culturales 2005. La única referencia que se encontraba en la portada del sitio municipal iba a dar a un archivo que fue escrito a comienzos de 2004 y en el que figuran unos espacios en blanco donde deberían aparecer fotos concernientes a la versión de aquel año de los carnavales. Eso es una manifestación patente de la escasa injerencia del municipio porteño, pese a que al frente del mismo hay ahora un personaje que otorga confianza en cuanto al manejo de recursos y a la seriedad con que cumple sus compromisos, como es el alcalde Aldo Cornejo.
De otro lado, hay pruebas irrefutables de que los carnavales no son más que otro negocio en favor de la empresa El Mercurio y, por supuesto, de la derecha económica, que también es representada por Sebastián Piñera. Entre los auspiciadores de este evento figura El Mercurio de Valparaíso, el cual obtiene así una publicidad gratuita, a lo que se suma los aportes que el Consejo de la Cultura entrega en forma exclusiva a este diario que, bien saben los chilenos y sobre todo los supuestos “progresistas”, a quién y qué representa desde el punto de vista ideológico y político.
Lo más notable es que la asignación de recursos al diario El Mercurio de Valparaíso, no se hace tras una licitación ni un proceso transparente, sino que una vez más, como ha venido sucediendo año tras año, con absoluta opacidad y desechando por completo la utilización publicitaria de cualquier otro medio alternativo en la categoría de diarios. Esto significa que el 100% de los recursos considerados para inversión en publicidad, en materia de medios periodísticos, ha ido a parar, como es de imaginarse, al diario El Mercurio, al que los altos ejecutivos del Consejo Nacional de la Cultura imploran un trato amable y acrítico, a cambio de los recursos que le entregan.
Este contubernio entre las autoridades del Poder Ejecutivo y el diario El Mercurio y, en general, la gran prensa nacional controlada por un duopolio ideológico económico, se ha dado con particular fuerza en la zona. La expresión más conspicua de esta deplorable alianza la encarna el controvertido intendente designado, Luis Guastavino, que por varios años ha sido columnista y agente publicitario de El Mercurio de Valparaíso, a cambio de lo cual ha conseguido un trato generoso por parte de la empresa de los Edwards, y benevolencia ante las burradas y continuos desaciertos de la gestión de la máxima autoridad regional.
Así pues, los Carnavales Culturales aparecen como otro negocio que el Gobierno organiza en favor de las arcas del diario El Mercurio, y en definitiva de la derecha económica tan bien representada por Sebastián Piñera. GRANVALPARAISO.CL llega a diario a miles de visitantes, quienes entran a sus páginas virtuales en forma gratuita, en su gran mayoría santiaguinos, quienes constituyen un interesante público objetivo para ser invitados a concurrir a este evento de fin de año. Cuando se esgrimen estos argumentos, los altos burócratas del Consejo de la Cultura se encogen de hombros. “Lo que dices es cierto, pero estamos amarrados con El Mercurio”, musitan en la discreción de sus oficinas y casi al oído del interlocutor, tratando de que éste se muestre comprensivo.
José Weinstein (que viene poco a Valparaíso porque, si bien la sede de la institucionalidad cultural está aquí, sabe que tiene más brillo trabajar en Santiago) fue informado oportunamente de este absurdo, pero consideró que era mejor guardarle las espaldas a El Mercurio y a Sebastián Piñera, porque mucho será el entusiasmo por la Bachelet pero los negocios son los negocios, y no hay que mezclar los principios éticos con las asignaciones presupuestarias. Así pues, quienes están convencidos que de veras el 15 de enero está en juego una decisión entre la derecha económica y las fuerzas progresistas tienen aquí un ejemplo patente de que la ingenuidad los puede terminar devorando.
Éste ha sido un Gobierno eficiente para que los empresarios ganen más plata y para que iniciativas dignas de aplauso terminen siendo apropiadas por quienes son los dueños del poder, de la riqueza y definen el rumbo ideológico y cultural del país. Todo lo demás es cháchara. Por eso es que los empresarios están tan tranquilos frente a lo que algunos consideran una crucial decisión, como es la segunda vuelta electoral. Para ellos, mientras en el Poder Ejecutivo sigan presentes ministros, subsecretarios y otras autoridades que sistemáticamente favorecen a los grandes grupos económicos y, en el caso publicitario, al duopolio conformado por El Mercurio y La Tercera y las grandes cadenas de televisión, pues no hay nada de qué preocuparse.
En estos Carnavales Culturales 2005, mucha gente disfrutará y reirá, pero los principales favorecidos no estarán en las calles, estarán contando las ganancias y dando gracias a tantos ejecutivos, instalados en sus puestos gracias a ciudadanos que creyeron que había un Gobierno progresista, pero que bajo las cuerdas no han cesado de favorecer a la derecha. Ésa será una de las lecciones de estos carnavales.
Las caretas pueden ser adecuadas en tiempos de carnaval, pero en algún momento hay que ser honestos, hay que despojarse de los disfraces y mostrarse tal cual ante los ojos de la ciudadanía.
Tal vez sea una oportunidad esto de que los Carnavales Culturales en favor de la derecha y El Mercurio se efectúen a fines de diciembre, apenas a 15 días de la segunda vuelta electoral. Puede que el conocimiento de la forma en que se maneja este evento ayude a muchos ciudadanos a ver la verdad que tantos funcionarios bien rentados han procurado ocultar y que, efectivamente, han conseguido enmascarar durante años; son los mismos que quieren seguir usufructuando de este engaño, creyendo que los ciudadanos somos simples comparsas de un carnaval permanente.
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